Consejo de Moda

“… Y todos ustedes, vístanse de humildad en su relación unos con otros, porque “Dios se opone a los soberbios, pero da gracia a los humildes”. Humillaos, pues, bajo el gran poder de Dios, ya su debido tiempo él os exaltará”. – 1 Pedro 5:5-6

En una cultura que valora el orgullo por encima de todo, preocupada por quién está en lo correcto en lugar de qué es lo correcto, el concepto de humildad ha sido enterrado como un falso pretexto para el éxito. Juzgando rápidamente la humildad sin entender realmente lo que es, el mundo nos ha enseñado que la humildad no es más que fingir que no somos dignos; en otras palabras, se dice que la humildad es la versión falsa de nosotros mismos. “No hay nada emocionante en la humildad”: esta es la cita que obtuve de Google mientras intentaba buscar la opinión que tiene esta generación sobre esta palabra, que considera que la humildad no es real.

La Biblia ofrece una perspectiva muy diferente ya que nos anima a vestirnos de humildad para relacionarnos unos con otros. Así como elegimos un atuendo diferente para cada ocasión, la Palabra dice que debemos elegir el vestido de la humildad cuando tratamos con otras personas. También dice que debemos humillarnos ante Dios, ya que este es el camino del honor. ¿Qué es entonces la humildad, que la Biblia nos manda a usarla? La humildad es nuestra dependencia absoluta y completa de Dios, reconociendo nuestra condición y necesidad de Él. Al igual que nuestra ropa no aparece mágicamente en nosotros mismos, sino que tenemos que ponérnosla intencionalmente, necesitamos poner esfuerzo y tiempo en vestirnos con lo mejor de nosotros: la humildad. 

En contra de la idea que este mundo trata de imponernos de ser autosuficientes, necesitamos a Dios, y siempre lo necesitaremos. Necesitamos a Dios y su favor en nuestro día a día y Él es un Padre misericordioso, anhelando satisfacer nuestra necesidad de Él. Según Pedro, Él se opone a los soberbios (y seamos honestos, ¿quién quiere estar en su contra?), pero Él da gracia a los humildes. Sí, la humildad es una de las formas en que podemos crecer en la gracia y apoderarnos de ella. Eso es porque la humildad nunca quita los ojos de la cruz, se mantiene en el conocimiento de Él. La humildad recibe entonces la atención y la mirada de Dios, dando como resultado la más alta forma de grandeza: el honor.

“Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” - Mateo 20:28. La verdadera prueba de la humildad viene cuando nos servimos unos a otros, ya que servir es la mejor manera de mostrar cómo nos relacionamos unos con otros. Creo que la esencia misma y el fundamento de la humildad están retratados en la vida de Jesús, nuestro mayor ejemplo, cuando sirvió y mantuvo el liderazgo mientras lavaba los pies de los discípulos. Jesús nos muestra que nos convertimos en los más grandes no cuando la luz brilla sobre nosotros, sino cuando damos gloria a Dios. Lo que parecía ser el momento más bajo para Jesús resultó en la mayor victoria para la humanidad.

Mientras el orgullo destruye y trae desgracia, la humildad nos protegerá y preservará. Lo interesante es que, si no nos humillamos, Dios nos humillará y eso tendrá un precio terrible a pagar. El consejo es simple: Vístete de humildad. Tu atuendo ya está completo.

“A su tiempo, Él te levantará con honor”.

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